Henrique Lazo
El
conocimiento se democratizó con la imprenta de Johann Gutenberg. El común de
los mortales tuvo acceso a los libros, y con ellos, la posibilidad de aprender
y comprender la historia.
Unos
cuantos siglos antes del traductor de La Biblia, Ts'ai Lun deslumbra la corte
china con la industrialización del papel .
El
imperio del papiro había llegado a su fin. China tenía en su poder la herramienta mas eficaz para
promover su cultura.
Desde
“la idea de la idea” el ser humano ha ido modelando su civilización, y no todo ha sido horror, no todo ha sido
Hiroshima y Nagasaki.
Si
para algo sirvió ese hongo de destrucción
fue para comprobar que tenemos la habilidad y la capacidad para destruirnos, pero también, en mayor cantidad, el deseo de mantenernos vivos junto a la capa
orgánica que cubre este planeta.
El
término ecología se le atribuye al célebre biólogo alemán Ernst Heinrick
Haeckel que en 1906 le dio el significado de economía de la naturaleza.
Llegar
hasta aquí no fue fácil. Desde el caballo que se dejó domesticar para no
extinguirse permitiendo alcanzar lugares prohibidos para sembrar la semilla de
la ciudad, ninguna etapa ha sido en vano.
A
simple vista, los babilonios hicieron las primeras leyes escritas. Los egipcios
discutieron el peso del alma después de la muerte.
Los
zoroastros dividieron el mundo entre la mentira y la verdad y los griegos
establecieron que para alcanzar la felicidad hay que ser bueno.
¿Se
puede cambiar el destino? ¿Se puede conocer el futuro? La responsabilidad de
entendernos es eterna.
El
siglo XX fue el laboratorio de las dos únicas ofertas que quedan al decantar el
discurso de los políticos: la igualdad y la libertad.
En
el siglo XXI, gracias a la computación, podemos proyectar una luz al final del
túnel. Al igual que la Imprenta, la
Internet está abaratando cada día mas el costo del conocimiento.
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