martes, 20 de abril de 2010

Música, Amor y Flores

Henrique Lazo

En la puerta de un canal de televisión oficial, un locutor tiembla de indignación y profiere cualquier tipo de rayos y centellas a todo el que se le acerque. Nadie se atreve siquiera a preguntar cual es el motivo.

En las plantas televisoras hay una figura que se llama “glosas”; y que consiste, en convocar a un locutor a un estudio, con una ambientación adecuada -en este caso para música clásica- y el presentador, vestido de gala, con un piano de cola de fondo y un retrato del siglo XIX, da los detalles del director, de la orquesta, la ciudad donde se efectúa el evento y el compositor de la obra.

En el intermedio, refresca los datos de los interpretes e invita a seguir disfrutando del concierto. Al final, celebra la calidad y despide la obra. Estos tres segmentos: presentación, intermedio y despedida duran dos minutos aproximadamente cada uno.

El productor se dirige con el video hacia el departamento de videotape y lo entrega hasta que al día siguiente un editor toma el concierto de la Filarmónica de Viena y le agrega las glosas. Esa noche, eso que en los talleres de redacción de los diarios se conoce como un duende, cambia las latas.

El primer domingo de enero, en horario estelar, se transmite el prometido “Concierto de Año Nuevo” compuesto por la familia Strauss, interpretado por la Filarmónica de Viena y dirigido por Herbert Von Karajan. El detalle, es que el concierto que se emite es el Monterrey Internacional Pop Festival: "Música, Amor y Flores”.

Un locutor, vestido de smoking en un ambiente decimonónico, presenta a la Orquesta Filarmónica de Viena y aparece Otis Redding. En el intermedio, precia la técnica de Von Karajan después de haber visto a Janis Joplin. Al final, se muestra conmovido con El Danubio Azul, segundos después que Jimi Hendrix ha incendiado su guitarra.

El espectador habitual, asume que está viendo un programa humorístico o que el locutor se volvió loco. Los correos llegados a la estación durante los días siguientes, creían en lo segundo.

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