Hola y adios

Henrique Lazo

Hola tristeza. Hacía tiempo que no nos sentábamos en la misma mesa a conversar. Contigo pasa que uno cree que estás lejana y que el momento de estar junto a ti es remoto, y como comprenderás, inesperado. Apareces, así de pronto, como si uno no te conociera, disfrazada de eventualidad. No te disfruto. Eres una de esas tantas emboscadas que nos tiende el destino y de las que hay que salir fortalecido.

Hay una manera de vencerte. Recordar las cosas buenas y bellas antes de que te hicieras presente. Antes de ti, hubo mucha alegría y las sonrisas abundaban. Cuando pase esta trinchera de dolor volverá la calma. Entonces los recuerdos no me harán llorar y el silencio que ahora produces recobrará el sonido de un nuevo día. La esperanza es un antídoto eficaz para sacar fuerzas y mantenerte a distancia.

La música tiene esa doble condición de evocar la ausencia y la compañía. Cuando termines de desfilar, apurando el paso, me sentiré mas tranquilo. Tárdate en regresar, no hay nadie que te esté anhelando. Regresa a tu cuarto sin ventanas y quédate allí un buen tiempo hasta que la acumulación de vivencias gratas te desvanezca. Pronunciaré tu nombre imperceptible, como una isla distante que se evapora cuando la intentas volver a ver.

Es tiempo de sentarse a la vera del camino para ver pasar la vida un rato. Para recobrar la capacidad de querer sin esperar el cambio. Tu compañía es pasajera. Nunca miras a los ojos y tus oídos no distinguen la afinación, eres solamente un trámite. Una pausa obligada disfrazada de permanencia y así como llegaste te marcharás. Tu deserción se celebra y en tu lugar aparece un poema de fortaleza.

Disculpa el atrevimiento de compararte con la ventisca del desierto que todo lo cubre durante la noche pero que al llegar la luz de la jornada siguiente no deja rastros. A ti no se te recuerda sino cuando te vas. Hoy me he tomado la licencia de apoyarme en las letras que forman estas palabras para ahuyentarte. Escribir es a veces una venganza y ese sabor amargo que nos queda en la boca. Adios tristeza.