Henrique Lazo
La autoridad no se concede, se
reconoce. Cuando la autoridad se otorga o se impone, es frágil e insostenible.
Es el eterno cuento del “rey desnudo”.
El rey está desnudo pero nadie se
lo dice por el temor a perder el trabajo o la prebenda, lo que también se
conoce como el “bozal de arepa”.
El conocimiento y la experiencia,
son el soporte del arte de conducir, de liderar, de ejercer autoridad en la
población.
Es la facultad de motivar a los
otros para hacerlos participar en la capacitación, más que en el uso de la
fuerza o la amenaza, para lograr una sociedad democrática, justa y ordenada que
permita alcanzar el bien común.
El derecho a la libertad es
condición necesaria para que las leyes respondan a las necesidades de los
individuos y para que se convalide la autoridad.
Esto solo es posible alcanzarlo,
construyendo y desarrollando una confluencia entre libertad y autoridad, lo que
los filósofos del Derecho llaman armonía.
Cuando las leyes no han nacido de
la necesidad de los individuos, el autoritarismo -que es la instalación de
normas y leyes rígidas derivadas de necesidades ajenas a las personas- nos perjudican
en vez de beneficiarnos.
Esto permite un líder falso que
aparenta ser el dueño de la verdad, el único poseedor del conocimiento y el
conocedor de todas las respuestas; así, te esclaviza, te explota y se aprovecha
de ti.
La autoridad es como los apodos,
no se los pone uno mismo, los pone la gente. Igual ocurre con la popularidad.
Es algo que no lo deciden las compañías de discos ni las empresas de mercadeo.
La popularidad no se decreta, se
materializa y se ejerce por la voluntad del gusto del público. En el mundo del
espectáculo, los disfraces son disfraces, no se puede aparentar.
Hace poco, Celia Cruz se nos
volvió eterna. Con ella se eleva la representación de lo mejor que podemos
personificar los afroamericanos, los indígenas y los europeos de este
sincretismo maravilloso que es el ser latinoamericano.
La cantante de La Habana, se
convirtió en lo mejor de nosotros mismos. Su música y su calidad humana nos
dieron una identidad.
Al igual que Simón Rodríguez y
Andrés Bello, nunca regresó a su país natal. En su caso, fue la intolerancia la
que la alejó para siempre de su isla, pero la América toda la hizo suya.
Nuestro es su canto, su alegría y
su amor por la libertad.
Wowww Excelente artículo... Celia vivirá en nosotros siempre!!!
ResponderEliminar"Esa bandera que aquí,
hermano mío tú añoras
nos la cambiaron ahora
por otra que no es de allí
por eso es que canto así
para todos mis hermanos
ya que el machete en la mano
que un día improvisó Moré
debe empuñarse tal vez
como se hizo en otra era
pa' que esa linda bandera
vuelva a ser nuestra otra vez."
Ves, acá si terminas!
ResponderEliminarCelia fue un geniecito, un angelito caído del cielo, para el disfrute de todos.La amo. Pude verla en el Luis Aparicio, con mi amor, el único.Ella cantaba con "Las Estrellas de Fania".Fue sencillamente impresionante, sobre todo, cuando cantó:BEMBA COLORÁ...Espero q esté cantandole a Papá Dios y junto a su cabecita de algodón. ;-)
Grande Lazo!
ResponderEliminarMuy bueno. Lazo. Te la comiste! Saludos
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