Henrique Lazo
Nos despedimos justo enfrente de la fachada del Palace Theater en Londres. Ese día recorrimos Soho buscando una franela del United y fue la ultima vez que nos vimos. Habían pasado 3 años desde que nos encontramos en el underground y luego de resumir nuestras nacionalidades, comenzó una relación edificada en el Londres post Beatles de los años setenta. Una ciudad que llenó de color y música las esperanzas de los años sesenta, ahora, unos años mas tarde, la psicodelia se tornaba gris plomizo.
El IRA, haciéndole honor a su significado en español, tiene azotada la tranquilidad londinense y de Inglaterra en general. Las amenazas de bomba son el día a día y no se puede estar en calma en ningún sitio. Cualquier local, cualquier actividad es perceptible a ser el blanco del Ejercito Irlandés de liberación. El alza de los precios del petróleo le pone la guinda al bizcocho. Aquella ciudad fulgurante protagonizada por Kings Road y Carnaby Street se está pareciendo al este de la ciudad, que en Inglaterra, es como su forma de manejar: al contrario del resto del mundo no británico. En Londres el oeste es el este y el este es West Side Story.
Desde que nos conocimos aquella vez en la estación de Dollis Hill, una tendencia así como suicida era lo único de ella que me incomodaba. Es de esas personas que uno suele llamar “sin limites”. Es la que mas bebe a la hora de beber, la que mas baila a la hora de invocar a Bob Marley y la que espera el sol del amanecer para dormirse. Su vida se limita a asistir a los conciertos de las principales deidades de los grupos de rock que al menos una vez al año todavía tocan en Londres. Rolling Stones, Jethro Tull, Santana, Yes, o Pink Floyd. Esa es su vida. Duerme durante el dia y al caer la tarde se desayuna y toma la calle.
La primera parada es en un café de Earl’s Court donde los músicos latinoamericanos abren caminos en una ciudad venida a menos y alumbrada por velas mientras pasa el chaparrón de la subida del costo de la energía. En la noche hay toques en muchos sitios, una película de Godart en una sala del Cine Nacional o una exposición de pintura en Covent Garden. En ese momento, salvo Peter Max y el eterno William Turner, los ingleses no tiene pintores de la talla de los países del resto de Europa. Pero en las exposiciones Londres les gana a todos. En ninguna ciudad se expone tanto como en Londres. La metrópoli está llena de eventos plásticos y se les da igual cabida a las tendencias conservadoras como a las mas novedosas y descabelladas.
Los que forman parte del parque estudiantil se mantienen de tres maneras: ayuda familiar, una beca estudiantil o trabajando en cualquier actividad, generalmente ilegal o que no estorbe laboralmente a los locales. El caso de Elisa es muy particular. Recibe una mesada que supera con creces sus necesidades a cambio de nada. No estudia ni trabaja, solo asiste a los conciertos de rock y a cualquier evento cultural que le interesa. Eso es lo extraño.
Los que reciben alguna ayuda familiar tienen que responder con un alto rendimiento académico. Igual pasa con los becados, tienen que reportar sus estudios mensualmente y rogar por la estabilidad política de sus países. Elisa no reporta a nadie. Su responsabilidad con la vida consiste en disfrutarla. Por alguna razón le costean su existencia en Londres sin nada a cambio. La respuesta la supe el día que nos despedimos en el Cambridge Circus de Sid Vicious.
Elisa era libanesa. Suavecita pero firme, de esas que no mojan pero empapan. Tenía un conocimiento tan agudo de la política del momento que asombraba hasta un estudiante de la Patrice Lumumba de Moscú. Atractiva, física, intelectual y sentimentalmente. A su lado, como dice Yogi, la fiesta no termina hasta que se termina. Ese es el peligro de salir con ella, los límites son meras convenciones lingüísticas. Elisa ya conoce los cuentos de la ciudad.
Una noche caminando por Holborn, donde termina el oeste y comienza el este, nos encontramos con Red Lion Square, una pequeña plaza con mucha historia. La mas reciente, había sido la muerte del joven Kevin Gately en la contienda de una manifestación del partido ultraderechista National Front con la policía montada. El fantasma de Oliverio Cromwell, es la leyenda menos reciente y la mas emblemática
En el mismo terreno, donde se construyó la placita, había sido enterrado por segunda vez Oliverio Cromwell. La primera vez lo sepultaron en la abadía de Westminster en el siglo XVII. Cuando se restauró la monarquía se le siguió un juicio y fue encontrado culpable de conspirar para matar al Rey Carlos I. Fue desenterrado y condenado a la horca a pesar del detalle de que ya se encontraba muerto.
Mantener el secreto de su situación le había valido a Elisa un trato sin preferencia. No escuchó nunca un pobrecita y nadie la trató por compasión. Nunca supimos de ella. No contestó ninguna carta. A ritmo de Disco Music la guerra del Líbano se lo llevó todo.
2
Las esperanzas de que Elisa responda son remotas. La guerra del Líbano pica y se extiende. La recuerdo en este instante porque fue en esta parada de autobús que nos encontramos para ir a Putney. En Londres nadie se mueve de sus distritos o de su jurisdicción. Se puede pasar una vida entera sin salir del vecindario.
En cada urbanización hay cines donde pasan las películas que hay que ver, en los bares tocan los grupos que se escuchan en la radio y en los pubs está la cerveza. Cada parte de esta ciudad tiene su marca, Putney es el barrio de los músicos.
El motivo del viaje, es confrontar a una amiga, que según cuenta la leyenda, perdió el entendimiento con la realidad desde hace semanas y vive con una compañera que le hace todo a cambio del diálogo nocturno. Como a eso de las diez de la noche, Elisa comienza a hablar.
Tiene la capacidad de mezclar acontecimientos y personajes de distintas épocas, de culturas y tiempos diferentes y unirlos formando significados nuevos. Sincretismos insólitos le permiten asociar al trío los Panchos y el Tirano Aguirre con Nicolás Negroponte y Berlusconi; los murales de Sequeiros y el I Chin, con la mujer de Mick Jagger o Cartagena de Indias con el Tibet.
Hace tiempo dejó de pertenecer a un país. Habla como si uno estuviera sentado con ella, en una silla, observando la tierra desde la luna esperando el amanecer. ¿Donde está San Petersburgo o Cumaná? Elisa es nigeriana, europea, libanesa, colombiana, filipina y norteamericana a la vez. No hay un evento que no conozca o acontecimiento del que no sepa los pormenores; y lo mas extravagante: de generaciones diferentes.
Comienzas hablando con una joven que se va transformando en una anciana, y al rato, en una niña que necesita protección. No hay cerebro que tenga el ram suficiente para procesar tantas ideas.
Los árboles del camino van pasando y la sensación es que Elisa es el negativo del odio. Es como abrir una ventana y recibir la brisa de la calma. Los atardeceres se unen. El mismo sol se despide de las mismas nubes, pero es otro atardecer.
Hojas van y hojas vienen. La música tiene la particularidad de preservar los recuerdos en el tiempo. El timbre del cartero anuncia correo certificado del Medio Oriente. Las noticias del Líbano mejoran. La bronca se está disolviendo, la guerra es la renuncia a la existencia.
miércoles, 14 de abril de 2010
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En una historia en la que una mujer que amas, y que tiene mucha "muchosidad"(alicia en el pais de..), y luego se vaya desdibujando asi, es una gran tristeza. Pienso lo mismo de la musica, hay acordes de una canción de Huey louis and the News, con la que rememoro a Mérida en los 80, es el paraiso. Tremendo relato. Saludos
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