lunes, 17 de mayo de 2010

La Fiebre del Oro

Henrique Lazo

EN 1846, California deja de ser una provincia mexicana y pasa a ser el estado número 31 de la Unión Americana. Dos años después, el 24 de enero de 1848, cuando James Marshall, un carpintero de New Jersey exclama “muchachos, creo que he encontrado una mina de oro'”, en las márgenes del río americano, comienza en California lo que se conoce como el “gold rush”.

La fiebre del oro fue la historia que dio inicio a la diversidad multicultural y étnica de California. Del surgimiento de pueblos y medios de comunicación. Una revolución tecnológica en el transporte y un despliegue de recursos humanos que transformó todos los sectores de la planificación, la construcción urbanística y las demandas de servicios médicos y educacionales de la región.

Las perlas de Cubagua, la plata del Potosí, ahora es el oro de California. La noticia conmociona los Estados Unidos y desde New York los cazadores de fortuna se dirigen al Oeste de todas las maneras que están a su alcance. Por tierra, afrontando indígenas en pie de guerra y el país al borde de una guerra civil, o por mar, dando la vuelta hasta Cabo de Hornos al extremo sur para remontar el continente suramericano.

Por Nicaragua, por el río San Juan, hasta el lago y luego en carromatos hasta los puertos del Pacífico en donde los esperan barcos para llevarlos a las costas de California. En el siglo XIX, el gran negocio es una empresa que transporta a los pasajeros del Atlántico al Pacífico, atravesando Nicaragua, que era el canal de Panamá del momento.

El daño ecológico que produce la explotación irracional de un recurso es incalculable. Actualmente, cuando sobrevolamos por televisión, la selva venezolana y la selva brasilera, constatamos con horror cómo la mezcla explosiva de garimpeiros, funcionarios públicos corruptos y transnacionales irresponsables, destruyen las cabeceras de los ríos para extraer oro.

Uno entendería un crimen de tal magnitud si el objeto es encontrar la cura de determinada enfermedad, pero destruir un río -arteria de la vida- para sacar oro, es, sencillamente inexplicable. Con qué cara se le justifica un acto así a los niños, que a fin de cuentas, pagarán la sequía y la destrucción de sus especies.

El deseo de convertirse en millonario, de la noche a la mañana, se transforma en una trampa mortal. De un juego inocente del azar se pasa a la dependencia de una jugada del destino y no a la de una vida dedicada al trabajo y al ahorro. Proteger los ríos es responsabilidad de todos. Es una tarea demasiada importante para dejarla en manos de los gobernantes.

12 comentarios:

  1. Buenisimo Henrique, la musica perfecta.. ahora si a dormir, esperaba por el Guariche

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  2. Le pegaba mas que candilejas el tema de Bonanza! jajaja

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  3. MMm, muy bueno, me loqueaste con el salto a la región de Amazonas...

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  4. buena hermano, un buen consejo, mejor herencia que esa no se puede dejar, un planeta habitable
    Felipe Rizo

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  5. Excelente reflexion.. Buenisimo el Guariche de hoy!!!

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  6. muy cierto actualmente no pensamos en las consecuencias de nuestros actos y atacamos a la madre naturaleza sin parar, sin tomarnos un momento y visualizar que lo que acabamos a diario es nuestro hogar, el de nuestros hijos, nietos en fin, muy buen articulo y buen tema tambien...cuidate nathalia G.

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  7. El gran tipo dice:como todos los guariches super interesante, todos deberiamos pasarcelos ha nustros hijos para que los lean.
    un habrazo hermano

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  8. Lazo definitivamente llegas a nuestras conciencia y nos recuerda cuan importante son las cosas que están a distancia pero al
    leerlas con tus guariches simplemente nos hace sentir cerca y muy palpable.

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  9. Buenisimo, solo lo leia a traves del telefono sin el fondo musical... definitivamente que gran diferencia... hasta provoca el cafecito... Buenas noches desde San Cristobal...

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  10. Demasiada buena esta reflexión Henrique...
    Deberias hacérsela llegar al Ministro del Ambiente...
    Felicitaciones nuevamente...
    Saludos...
    japm571

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  11. Por la fiebre del oro, se esta acabando el planeta. NO hay un aprovechamiennto racional de los recursos naturales. Da trsiteza ver como muere un rio. Cuando yo llegué a barinas, en el 92, todavia podia ver como corria un hilo moribundo del Rio Caipe, aquel que cantaba en versos de Arvelo Torrealba "....el canoero del caipe, que era un catire apureño, le quietó el amor de golpe, quien lo quiso tanto tiempo..." Saludos

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