miércoles, 5 de mayo de 2010

DESDE AQUI

Henrique Lazo

Se oye la voz de la montaña mientras subimos por el impredecible camino serpentino que asciende desde la primera hasta la segunda cascada.

Arriba, en la piscina que forma la caída del salto, no hay sino querrequerres que toman el agua en grupo y son pájaros que no pueden estar en cautiverio porque enseguida se mueren.

Sus plumas tienen casi todos los colores y su contribución estética al mundo natural es así, al aire libre. En la jaula, el colorido se evapora.

Ha llovido desde las 8 de la noche y da la impresión de que el sol va a arrancar con todo. La neblina del ocaso es el sopor que emana de la selva en la aurora.

La vista, desde la segunda cascada, vale tanto la pena, que la acción de levantarse a las 4 de la mañana para esperar la salida del valle, se convierte en la decisión más lógica.

Es la relación del cerro Avila con el Valle de Caracas: yo te veo, tú me ves.

Como si en las laderas de la montaña se hubieran quedado en el aire las voces de las generaciones que pasaron por la ciudad.

No es por azar que las religiones y las reflexiones más trascendentes vengan del desierto y de las montañas. En el valle la vida es más sabrosa.

Se oye la voz del que se asombró cuando apareció la fotografía y que hizo parecer inútiles las horas que empleaba un pintor para representar su ambiente.

Si de lo que se trata es reproducir estrictamente la realidad, no hay competencia. Una pintura, es una imagen realizada por la mano, la vista y la imaginación de un ser humano.

Una fotografía es como una huella ambulante que carga la existencia transformada en puntos blancos y negros que a cierta distancia superan cualquier espejismo.

Se oye la voz del que emergió de lo más humilde y los representó hasta que el poder y su adicción pocas veces eludible lo elevó sobre sus iguales y lo separó del diálogo.

A estas alturas poco importan las críticas porque lo importante no es lo que causa la información sino quien la transmite.

Las noticias se confunden y el que grite más duro tiene la palabra. Desde aquí, desde la segunda cascada, uno es parte del valle, no su amo.
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3 comentarios:

  1. Mientras leia, las imagenes de tus palabras sucedian en mi mente cinematograficamente. Pocas veces se puede lograr esto en un lector. El viernes te veo en coprbanca. Un abrazo!

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