El Atajo

Henrique Lazo

Desde Blacamán, que en una tarima de cualquier pueblo andino, se hace picar por una víbora ponzoñosa y regresa de la muerte después de tomar dos tragos de una poción mágica que el mismo vende, hasta Bragadino, un extraño personaje del Renacimiento que prometía sacar de la ruina a Venecia convirtiendo el carbón en oro, los seres humanos estamos mas llamados a escuchar al vendedor de espejismos que al que dibuja la realidad.

La avidez por la riqueza sin esfuerzo, que consagran las loterías y los juegos de azar, alimenta la voluntad de Lope de Aguirre para cruzar de costa a costa el continente suramericano.

Desde el Cuzco hasta al muelle de Borburata en Venezuela, el Tirano Aguirre desata su cólera en busca de El Dorado. La mayoría de los aventureros que regresaron de América llegaron a Europa con las manos vacías, en su defecto, traían la fantasía de una sociedad perfecta. Tomas Moro nunca viajó a América, su Utopía se inspiró en esos cuentos.

A Martín Lutero se le ocurrió que cualquier cristiano verdadero, sea que esté vivo o muerto, tiene participación en todos lo bienes de Cristo y de la Iglesia, y que esta participación, le ha sido concedida por Dios, aun sin cartas de indulgencias.

Hasta ese momento, para ocupar un lugar importante en el cielo no se necesitaba una vida pura y sacrificada, bastaba con tener dinero suficiente para comprárselo a las autoridades eclesiásticas.

Los lamas aseguran que trabajando durante muchos años se puede aumentar la capacidad y el rendimiento del cerebro. Timothy Leary, doctor en Psicología de la Universidad de Berkeley en California, convicto y compañero de celda de Charles Manson, fue el gran promotor del LSD en la década de los años sesenta, ofreciendo las bondades del Dharmakaya, sin sacrificio, simplemente tomando una pastillita.

La vida es tan impredecible que los grandes estafadores capaces de fabricar ilusiones y que prometen, con un toque mágico, transformar la decadencia en prosperidad, son vistos como un manantial en el desierto.

Como el condenado que ofrece al autócrata que lo sentencia a muerte que le perdone la vida por un año, y a cambio, enseñará a volar su caballo. En ese lapso pueden pasar muchas cosas. Se puede morir el déspota, puede morir el prisionero, o en el mejor de los casos, el caballo aprende a volar.