Henrique Lazo
Todos los domingos, religiosamente como quien va a
misa, sella su cuadro de caballos por si acaso el azar revoca el destino y se
convierte en la poseedora del único formulario con seis caballos acertados en
el evento semanal que ha trascendido democracias, dictaduras y se conoce como el
juego del “5 y 6”.
A sus ochenta años, retar la realidad se le hace
cuesta arriba. La vista ya no le es suficiente para conducir un vehículo y
caminar las siete cuadras que la separan del Centro Hípico es inimaginable. No
es una jugadora compulsiva pero su axioma es muy simple: el que no juega no
gana.
Me ofrezco a sellarle el sueño dominical a cambio de
disfrutar sus fascinantes historias sobre los purasangres de carrera. Las
competencias de velocidad entre los equinos es una de las más viejas diversiones
del hombre y comenzó en Asia después de la domesticación del caballo hace unos
5.000 años.
El primer expediente sobre la cría y el entrenamiento
de caballos fue descubierto en la antigua Hattusa, 100 millas al este de Ankara
en el Asia Menor. Los arqueólogos lo fechan aproximadamente 1.500 A.C. Fue
escrito por un experto empleado de un rey hitita.
En Inglaterra, donde las carreras de caballos son una
institución y se realizan diariamente y en varios hipódromos, existe una ciudad
donde las estatuas principales no representan a los fundadores de la ciudad,
políticos célebres o miembros de la aristocracia.
Las estatuas mas importantes de Newmarket son la de
Hyperion y Chasmosaire, dos caballos emblemáticos de la cría de purasangres
británicos. Fue en esta ciudad, hace 300 años bajo el reinado de Carlos II,
donde se realizó la primera carrera de caballos regida por reglas escritas.
Federico Tesio, un criador y zootecnista italiano, se
propuso crear el súper caballo. Mezclando y mezclando, apareció Ribot. De
sangre italiana pero criado en Inglaterra jamás fue derrotado. Corrió 16 veces
y ganó las 16 carreras. Obtuvo los premios mas importantes de Inglaterra,
Italia y Francia.
De tantas vivencias que me dejó su compañía, recuerdo
su original manera de apostar. Invertía lo menos. El costo del formulario mas
el mínimo jugable permitido, con la particularidad de que no se enteraba del resultado
de las carreras sino al día siguiente porque así pasaba todo el domingo
millonaria.
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Tus lineas me hicieron regresar a la epoca del patriarca de mi familia, quien en mi Bejuma natal, me llevaba a sellar su cuadro del "5 y6". Sin edad para estar en ese tipo de antro (que tiempo despues evoco al escuchar a Yordano) tenia un poder de convencer al mas recto para que permitiera esa falta. Recuerdo el mismo estilo de sellar con el minimo permisible. Muchas cosas de esas visitas quedaron fijas en mi memoria aunque solo de grande pude entenderlas. "Los burros pagan mas"
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