Henrique
lazo
En los interrogatorios, las personas que parecen, a simple vista,
inocentes y solventes, se convierten a la larga en los principales sospechosos.
Y los que balbucean, con aparente culpabilidad, respuestas ingenuas y
apresuradas, resultan inocentes.
En las estaciones de policía, nada perturba
más a un detective diligente que una coartada articulada y calculada.
El personaje del detective ha sido tradicional en la literatura y un
huésped habitual en las carteleras cinematográficas norteamericanas y europeas.
Bastaría un ligero análisis semiológico para detectar que los arquetipos de los
detectives, a cada lado del atlántico, se parecen a las sociedades que los
emiten. Sherlock Holmes está de nuevo en la
Alfombra Roja.
Lo clásico
y lo irreverente se mezclan. El personaje de
Arthur Conan Doyle, un
“sabueso" del Londres de finales del siglo
XIX, que destaca por su inteligencia y hábil uso de la observación y el
razonamiento deductivo para resolver casos difíciles, ha sido llevado al cine de la mano
de Guy Ritchie, talentoso realizador inglés, director de Rocknrolla y Snatch.
La
construcción del personaje está basado en Chevalier Auguste Dupin,
reconocido como el primer detective de ficción y creado por el escritor
norteamericano Edgar Allan Poe. Inspirado en Vidocq, legendario personaje del
siglo XIX. Vidocq fue uno de los primeros investigadores privados y el primer
director de la Seguridad Nacional de París.
Edgar
Allan Poe creó a Dupin antes de
que el término detective fuera
conocido. Este personaje sentó las bases para la creación de nuevos detectives
ficticios, incluyendo a Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle y Hércules Poirot
de Agatha Cristie, instaurando los elementos más comunes del género policial
tradicional.
Dupin es retratado como
una máquina de pensar deshumanizada. Un verdadero observador que presta
especial atención en aquello que nadie nota, como la indecisión, impaciencia o
una casual o involuntaria palabra. Un hombre cuyo único interés es la lógica
pura.
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