Henrique Lazo
En la pared de una casa se lee "casting". Una flecha indica donde está la acción. Un grupo de jóvenes de ambos sexos conforman una fila. De un vehículo descienden dos muchachas, una de ellas, luce desmedidamente voluptuosa: falda pegada, corta y para colmo roja. El pelo negro, y una mirada tan sensual, que el taxista, todavía con los ojos agradecidos, susurra tembloroso: "lo que usted quiera darme señorita".
Se trata de seleccionar dos representantes muy particulares de la especie humana. "Se buscan jóvenes de ambos sexos, de 17 a 23 años. Piel espectacular, cabello espectacular, piernas espectaculares. Ella, senos espectaculares; él, cuadritos en el estómago, espectaculares”. En fin, se busca, la prueba de que Dios existe!
El proceso comienza en una agencia de publicidad y una vez establecido el perfil de los modelos, se comunican con las agencias de talento. La publicidad en Venezuela es un mundo de mujeres. A diferencia del machista inglés, - que no acepta que sus esposas, ostenten salarios o posiciones superiores, en el campo laboral, pero que son permisivos a la hora de las relaciones "extra-cátedras", el macho venezolano, no le importa que su mujer trabaje y tenga un mejor salario, con tal de que, ni se le ocurra compartir su tesoro con la competencia.
De esos procesos salen las mujeres que nos representan en los concursos de belleza. Todavía se recuerda a la muchacha que le tocó explicar en TV, a millones de personas de todo el mundo, la situación de su país en medio de la lamentable incertidumbre generada por la destitución de un presidente por actos de corrupción. En aquella oportunidad, la delegada, habló como un diplomático autorizado.
Es en los partidos políticos es donde se confeccionan los candidatos que componen nuestra distinguida clase política. Muchas veces estos aspirantes no son seleccionados por su capacidad y competencia en las distintas áreas solicitadas, sino por su sumisión a eso que tristemente denominan "los intereses del país político".
En el otro país, el país nacional, al que pertenecemos paradójicamente quienes pagamos sus sueldos, nos toca “escogerlos” a la manera de la gallinita ciega: pagando el formulario pero dejando que ellos escojan los caballos.
Esta muy buena lo de la gallinita ciega...
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