Henrique Lazo
Al final del oeste, en Covent Garden, en los alrededores del Teatro de la Ópera de Londres, una voz inconfundible emerge de uno de los salones de ensayos del prestigioso teatro. Es la voz de Alfredo Sadel que se prepara para una audición.
La ultima vez que lo vi, me acompañó ante el despacho de la oficina gubernamental dedicada a la cultura. Me brinda su apoyo con el fin de que se me otorgue una beca para estudiar Cinematografía en Inglaterra.
El funcionario de turno, de esos que tienen la respuesta antes de que le hagan la pregunta, sentencia que “aquí no se aceptan becas porque las que se daban ya se recibieron”. Todo un acertijo.
Dos años pasan y Alfredo me informa que los tiempos políticos están cambiando. Ya no están los funcionarios de turno anteriores sino los funcionarios de turno actuales.
Lo cierto, y lo importante, es que al día siguiente, tiene una audición imprescindible para su carrera y no ha podido dormir bien los últimos días. Una gira por varias capitales europeas, entre aviones y hoteles, le ha trastocado la rutina.
Necesita una píldoras para conciliar el sueño. El problema es que ninguna farmacia vende medicamentos sin receta y Alfredo no tiene el tiempo disponible para asistir a un consultorio.
Visito a un médico para solicitar las pastillas y el galeno refuta cada uno de mis argumentos alegando que estoy muy joven para consumirlas y que, con un poco de ejercicio, se soluciona el problema.
Confieso la verdad y cuando se entera que son para un célebre tenor de la América Hispana, él, médico nigeriano y todo un cultor del buen canto, accede con gusto.
En la entrada del teatro Covent Garden le entrego las pastillas y se tranquiliza. Cuando empiezan a llegar las vendedoras de flores es imposible no pensar en el “Pigmalion” de Bernard Shaw. La historia de un lingüista que transforma una de estas humildes vendedoras de flores en una dama de la alta sociedad londinense.
Pigmalión, que inspiró la película “My fair lady”, es lo que se conoce como una farsa seria, divertida e ingeniosa, pero con elementos de crítica social.
Nos despedimos frente al Támesis, con admiración y sin juramentos. La conversación se transforma en un aria política. “Los gobiernos tienen que ser transparentes y abiertos para que haya movilidad.
Debajo de las puertas no hay telarañas. Hasta siempre, Alfredo.
viernes, 9 de julio de 2010
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Grande Lazo!
ResponderEliminarde veras q siempre sorprendes con lo q escribes, muy culto como siempre, eres mi sensei
ResponderEliminarExcelente Comentario, Sadel por siempre el Tenor de America.
ResponderEliminarTE PASASTE HENRIQUE LAZO!! por eso es q te echan tanta broma con que si conociste a Simón Bolivar y cosas así. Tu tienes mas cuentos que 20 personas juntas! Preguntas: 1) por que tradujiste "West End", creo q es un nombre propio, 2) que quiere decir "debajo de las puertas no hay telas de ara#a? y 3) se te aguaron los ojos escribiendo este Guariche? a mi me hubiera pasado =)
ResponderEliminarGracias sensei... Te admiro Mucho Salud y buena vibra
ResponderEliminarEres una enciclopedia de experiencias! Eres genial! Gracias por darnos a tus seguidores y admiradores los secretos de tus canas!! Abrazos
ResponderEliminarMe hubiera gustado conocer a Alfredo Sadel... el grande y maravilloso, que bueno tener experiencias asi!
ResponderEliminarsaludos sr. Lazo.
sensei eres el mejor de verde todos los dias se aprende algo nuevo
ResponderEliminarBuena historia para contar
ResponderEliminarConfieso que me lleno de emoción al leer estas bellas palabras Sr. Lazo. ¿Sabes algo? Alfredo me ha acompañado con sus melodías a lo largo de toda mi vida. Y me seguirá acompañando.Hacía con su voz tonos indescriptibles al oido debido a su belleza y calidad.Cómo me hubiese gustado conocerlo.
ResponderEliminarAgradecido nuevamente amigo Sadeliano
Atentamente, vuestro amigo,
Leo!