Henrique Lazo
Se podría pensar que la frase “con la Iglesia hemos
topado Sancho” que le esgrime Don Quijote a Sancho Panza frente a un molino de
viento inexpugnable, es el punto de partida a la creencia de que con la
religión ni con el pétalo de una rosa.
Con los regentes de la fe, los humanos tenemos que
andar con cuidado. Se pueden revisar todas las normativas civiles y políticas,
pero aquellas que obedecen a un origen divino hay que dejarlas tal como están
aún cuando se contradigan con el hecho de que fueron formuladas o establecidas
por sociedades muy distintas y necesidades diferentes.
El “mas allá” es el escenario mas apetecido por la
audiencia. Para el común de los mortales, la idea de tener contacto con un
mundo intangible ha sido el contenido de múltiples relatos ubicados en ese
territorio o relacionados de alguna forma.
Cuando uno lee una historia, los caracteres que la
transmiten construyen en nuestras mentes una imagen y un ambiente. Cada persona
tiene una impresión diferente como una huella digital, ninguna es igual a la
otra. La imaginación es una especie de universo virtual donde tienen cabida lo
verosímil y lo inexplicable.
Cuando los dogmas religiosos fueron articulados, el
único que tenía la capacidad de destruir el mundo era Dios. Hoy en día, el ser
humano también. A medida que hemos desarrollado el cerebro, la capacidad de
construir armas nucleares y de generar contaminación supera la facultad de
vivir en armonía.
Cuando uno ve en los medios de comunicación a
alguien llamando a tomar las armas por determinada causa es percibido con mas
seriedad que una persona que llama a la paz o al entendimiento. Pareciera mas
racional destruir que construir.
No es pequeña la tarea que les toca a los
protagonistas del siglo XXI. La tecnología nos ha permitido observarnos desde
el espacio, escudriñar los recursos en los mas recónditos lugares de la Tierra,
combatir las enfermedades mas letales, y sin embargo, la convivencia se nos
torna cuesta arriba.
Como decía Jimmi Hendrix, “cuando el poder del amor
supere el amor por el poder, habrá paz”. El futuro es el presente, ahorita, ya.
Hay que aceptar la guerra tal como hay q aceptar la muerte. Esta en nuestra naturaleza. antes las guerras eran santas. Ahora son " preventivas"
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