martes, 12 de noviembre de 2013

Manuel del Déspota


Henrique Lazo

En una de esas tiendas de música Indie, que es como se le denomina a la música independiente de las grandes corporaciones del entretenimiento, encuentro -sin estar buscándolo- un libro que describe en poco más de 100 páginas y en clave de humor, los pasos y los requisitos para convertirse en un dictador. 

Cómo llegar al poder, cómo mantenerse y los actos que van de la mano para someter a un país. Mucha gente, aunque sea por un momento, quisiera gobernar el mundo. Solo pocos tienen la habilidad de conseguirlo.

"How to rule the world" de André de Guillaume, es un libro perfecto para comprender y manejar la fortuna, el sexo y la paranoia que devienen de una actividad tan singular. Con ilustraciones a color y en un lenguaje sencillo nos pasea por los momentos estelares de los tiranos más famosos que ha sufrido la humanidad. 

Después de dos horas de viaje en avión, en compañía de tan excelsa lectura, uno se baja de la aeronave sintiéndose Gengis Kan.

El perfil de los líderes actuales ha cambiado. En los colegios no resulta tarea fácil ser un "nerd", es decir, un estudiante aplicado, con lentes, que no se destaca en los deportes y, por ende, con poco éxito en la fanaticada femenina. 

Pero pasan los años y para el matón de la secundaria, el bachillerato es el punto culminante de su vida, para el "nerd" es apenas el comienzo. En la sociedad, los jefes se parecen más a Bill Gates que a Sylvester Stallone, con sus excepciones, claro.

Para Margaret Thatcher, la virginidad es como el poder, si tienes que justificarlo, es porque no lo tienes. Para André de Guillaume la política tiene su utilidad pero los parlamentarios se rigen más por los compromisos adquiridos que por su propia ambición. Pasan los días lidiando con comisiones, críticas y temores dominados por el incontrolable deseo de sentirse apreciados. 

Para el caudillo, la democracia es el arte de lograr poco haciendo mucho. El poder le llega rara vez a las personas que lo merecen y con frecuencia a los que lo toman por la fuerza. 

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