viernes, 8 de febrero de 2013

Bucaneros, Corsarios Y Filibusteros


Henrique Lazo

El enemigo mas temido para los creadores de contenidos es la piratería cultural. Las cinco empresas mas importantes de discos (Universal, Warner, Sony, BMG, y EMI) están siendo atacados por todos los frentes. Pareciera que se quedaron sin amigos. Todos los integrantes del circuito están en el bando contrario.

Los políticos oportunistas desprecian a los grandes sellos manifestando que ese tipo de música corrompe a la juventud y los operadores de redes fundamentan su rechazo por sus elevados cánones de reproducción.

Los compositores e intérpretes, desde hace tiempo, se niegan a ceder sus derechos de autor alegando que las disqueras solo benefician a los artistas muy populares y el resto –la gran mayoria- no obtiene dividendos.

A esto se suma el descontento de los clientes por la inflación de los precios y el desprecio de la industria de electrónicos, que se resume con la frase: “bajar, mezclar y quemar”.

La época dorada en que las compañías de discos eran un negocio mas pequeño que Hollywood -pero mas rentable- se terminó. Dentro de las mismas grandes corporaciones del entretenimiento la contradicción es total.

Por un lado crecen las utilidades en las inversiones de la red y la venta de CDS para grabar y por otro lado, bajan alarmantemente las ventas de discos originales.

En la literatura, los  escritores y las casas editoriales no escapan a la piratería. En cualquier  ciudad se consiguen ejemplares ilegales de los libros mas cotizados a la mitad de su precio.

Los Bucaneros (piratas de tierra), los Corsarios (piratas con “autorización”) y los Filibusteros (los propios piratas), ya no transitan solamente los mares del siglo XVII. En el Siglo XXI, están sobre una tabla de surf navegando tranquilamente sobre la ola de los adelantos tecnológicos.

En la política, la situación parece ser la misma. Cuando una de las partes impone unas condiciones desiguales a la otra; al final, la parte afectada termina imponiendo sus condiciones -igualmente desiguales- a la otra. Las reglas cambian, el juego sigue.

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