No es pequeña la tarea que le toca a Barack Obama como presidente de los Estados Unidos en los próximos años.
De los temas urgentes de su agenda, resolver los dos frentes beligerantes con Irak y Afganistán y la implementación de un sistema de salud que provea atención medica a todos sus compatriotas, son prioritarios.
Aunque la guerra es un buen negocio sólo para unos pocos y la desgracia para el resto que la padece, los conflictos no parecen tener solución a corto plazo. En cuanto a la implementación del sistema de salud, una condimentada oposición se le resiste.
La publicación del libro “La Vida Inmortal de Henrietta Lacks”, podría justificar sobradamente la adopción de un sistema de salud para el resto de los ciudadanos norteamericanos y complementa una demanda colectiva que debería estar incluida en las tablas de los derechos humanos:
“Toda nación debe garantizar a cada uno de sus ciudadanos, una atención medica adecuada”.
“La Vida Inmortal de Henrietta Lacks” es la biografía de una heroína anónima y sus descendientes. Henrietta Lacks fue una agricultora pobre que trabajó la misma tierra que sus antepasados esclavos al sur de Virginia y contrajo cáncer cuando tenía 30 años.
Poco antes de morir, en 1951, le fue tomada una muestra de sus células. Nadie sabe como, pero las células nunca murieron. No solo se reproducen y ejercen todas sus funciones, sino que además, ni siquiera envejecen. Los científicos las denominan células HeLa.
Las células HeLa fueron vitales para desarrollar la vacuna contra el polio y para elaborar medicinas decisivas en la lucha contra el cancer.
Los descendientes de Henrietta no supieron de su "inmortalidad" hasta más de veinte años después de su muerte y aunque las células se han convertido en una industria multimillonaria que vende materiales biológicos humanos, su familia nunca disfrutó de ninguna ganancia.
Paradójicamente, los hijos de Henrietta y sus nietos siguen viviendo sin un seguro médico.
@henriquelazo