Henrique Lazo
En el Valle de Elah fue donde David, en muy inferiores
condiciones, le infirió un paliza al inderrotable Goliat. Esta escena ha
servido a lo largo de los siglos para recrear el triunfo del débil frente al
fuerte. Ese valle ubicado en Israel le da el nombre a una película magistral,
conmovedora y como era de esperarse, la crítica –si se le puede llamar así- la
trató con desdén acuñándola como una obra intrascendente acerca de cómo la
guerra destruye a los jóvenes, a los vencidos y a los ganadores.
Las confrontaciones se producen tradicionalmente debido a
que alguien de un lado desea más tierra o alguien del otro lado es ofendido por
la acción del otro. Como siempre, los argumentos para ir a la batalla son
estúpidos y ambos lados son culpables. En las guerras no hay ganancias sino
para los que se lucran de ellas fabricando los juguetes letales o promoviéndolas. No saben lo que es tener un hijo, y si los
tienen, les importa tanto como un cartucho oxidado.
"El Valle de Elah", película en la que Tommy Lee Jones, Susan Saramdom y Charlize Theron,
inquilinos habituales de los premios Oscar, con guión y dirección del
constantemente cuestionado realizador Paúl Hagáis, se unen para manifestar -una
vez mas- que la guerra en Irak es un error y que se paga con la familia. Algo anda mal en la azotea.
Pero una sociedad que es capaz de producir cultura bélica y cultura antibelica al mismo tiempo, es, sin duda, una sociedad libre. Libre de autodestruirse y de salvarse. Si la idea es salvarse, dichosa, a fin de cuentas, la nación que se permite mostrar valientemente sus errores para corregirlos.
Pero una sociedad que es capaz de producir cultura bélica y cultura antibelica al mismo tiempo, es, sin duda, una sociedad libre. Libre de autodestruirse y de salvarse. Si la idea es salvarse, dichosa, a fin de cuentas, la nación que se permite mostrar valientemente sus errores para corregirlos.
Las películas en las que el asesinato o los hechos de
sangre son recreados inconscientemente como un evento rutinario, –no quisiera
pensar que son deliberados- lejos de lograr su aversión, los justifican. Es
difícil hablar de cine exclusivamente cuando está de por medio el destino de
los jóvenes.
Los muchachos son enviados a la guerra y se les entrena para convertirse en máquinas de destrucción; el problema es cuando regresan a casa. Sabiduría en la frase del poeta venezolano Andrés Eloy Blanco: cuando se tiene un hijo se tienen todos los hijos de la tierra.
Los muchachos son enviados a la guerra y se les entrena para convertirse en máquinas de destrucción; el problema es cuando regresan a casa. Sabiduría en la frase del poeta venezolano Andrés Eloy Blanco: cuando se tiene un hijo se tienen todos los hijos de la tierra.
Buena reflexión sensei!
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