@Henrique Lazo
La continuidad cultural de América
Latina es incuestionable. Basta observar el nivel alcanzado en la literatura,
la pintura o la música –por citar tres disciplinas-, para constatar que el
resultado de la fusión de las tres culturas ha sido positivo.
Bryce Echenique, Pedro León Zapata o
Astor Piazzolla, son parte del cuerpo probatorio de que el mestizaje produce un
todo superior a las partes que lo conforman.
En política o economía no podemos decir
lo mismo. La evolución se fragmentó. La ambición de poder supera con creces la
vocación de servicio. Los partidos políticos prefieren aniquilarse que
entenderse. El orgullo y la soberbia han sido los parámetros de nuestra
dirigencia.
En Nicaragua, en los tiempos que el
descubrimiento del oro en California, la convirtió en el canal interoceánico
del siglo XIX; los dos partidos, “legitimistas” y “democráticos” -que se alternaban
el poder-, dedicaron diez y siete meses de guerra civil encarnizada y
destructora, agotando los recursos y enervando el patriotismo de sus hijos.
Los “democráticos”, para triunfar sobre
los “legitimistas”, contratan al norteamericano William Walker y 55 filibusteros que
desembarcan en el país con el propósito de unirse a una de las dos partes
beligerantes.
El resultado fue lo que se conoce como
el “Episodio increíble del Caribe”. Los filibusteros robaron, asesinaron,
incendiaron y violaron con la mayor impunidad. Para colmo, el 12 de julio de
1856, William Walker se proclama Presidente y el 27 de agosto restablece la
esclavitud y deroga las leyes federales que la prohibían.
La dilatada lucha había excitado de tal
manera las pasiones, que los partidos olvidaron sus principios con tal de
encontrar la manera como desahogar sus resentimientos y venganzas. El pueblo
cansado de tanta controversia sólo deseaba la paz.
En la escena mas conmovedora de la
película Forrest Gump, obra maestra del director de cine Robert Zemeckis, Tom
Hanks, reflexiona sobre quien tiene la razón, si su madre o el teniente Dan :
¿Estamos atados al destino ineludible y cada quien tiene un guión inexpugnable,
o somos como una pluma que labra su ruta en la brisa del azar?
Ante la tumba de su Jenny, y con los
ojos llenos de lágrimas, Forrest concluye con la sustancia que tanto nos hace
falta a estos pueblos al norte del sur: “un poco de los dos, al mismo tiempo”.