domingo, 31 de julio de 2016

CARTUCHO OXIDADO

Henrique Lazo

En el Valle de Elah fue donde David, en muy inferiores condiciones, le infirió un paliza al inderrotable Goliat. Esta escena ha servido a lo largo de los siglos para recrear el triunfo del débil frente al fuerte. Ese valle ubicado en Israel le da el nombre a una película magistral, conmovedora y como era de esperarse, la crítica –si se le puede llamar así- la trató con desdén acuñándola como una obra intrascendente acerca de cómo la guerra destruye a los jóvenes, a los vencidos y a los ganadores.

Las confrontaciones se producen tradicionalmente debido a que alguien de un lado desea más tierra o alguien del otro lado es ofendido por la acción del otro. Como siempre, los argumentos para ir a la batalla son estúpidos y ambos lados son culpables. En las guerras no hay ganancias sino para los que se lucran de ellas fabricando los juguetes letales o promoviéndolas. No saben lo que es tener un hijo, y si los tienen, les importa tanto como un cartucho oxidado.

"El Valle de Elah", película en la que Tommy Lee Jones, Susan Saramdom y Charlize Theron, inquilinos habituales de los premios Oscar, con guión y dirección del constantemente cuestionado realizador Paúl Hagáis, se unen para manifestar -una vez mas- que la guerra en Irak es un error y que se paga con la familia. Algo anda mal en la azotea. 

Pero una sociedad que es capaz de producir cultura bélica y cultura antibelica al mismo tiempo, es, sin duda, una sociedad libre. Libre de autodestruirse y de salvarse. Si la idea es salvarse, dichosa, a fin de cuentas, la nación que se permite mostrar valientemente sus errores para corregirlos.


Las películas en las que el asesinato o los hechos de sangre son recreados inconscientemente como un evento rutinario, –no quisiera pensar que son deliberados- lejos de lograr su aversión, los justifican. Es difícil hablar de cine exclusivamente cuando está de por medio el destino de los jóvenes. 

Los muchachos son enviados a la guerra y se les entrena para convertirse en máquinas de destrucción; el problema es cuando regresan a casa. Sabiduría en la frase del poeta venezolano Andrés Eloy Blanco: cuando se tiene un hijo se tienen todos los hijos de la tierra.